Las circunstancias que configuran la Alta Edad Moderna

En los comienzos de la nueva etapa y entre los acontecimientos políticos más notables, porque marcarán el resto de la época, es preciso mencionar en primer lugar la unión de las Coronas de Castilla y Aragón por el matrimonio de los Reyes Católicos, durante cuyo reinado llegaría a su fin, con la conquista del reino nazarí granadino, el proceso político-militar de la Reconquista, estabilizado desde el siglo XIII, y se produciría el descubrimiento del Nuevo Mundo, que acentuaría la expansión atlántica iniciada por Castilla poco antes con la incorporación de las Islas Canarias hasta la época borbónica. Poco después se uniría también a la Corona castellana el reino de Navarra, culminando con ello una política de unidad dinástica y territorial.

En el siglo XVI, al confluir en el nieto de los Reyes Católicos, Carlos, la herencia española con la imperial de los Habsburgos, España se convirtió en una Monarquía Universal cuyos territorios se vieron considerablemente incrementados en Europa y en Ultramar, donde proseguían los descubrimientos y las conquistas. De esta forma, la presencia española, política, cultural, social y religiosa, alcanzaría insospechadas dimensiones que comportaban graves responsabilidades a las que hubo de hacerse frente mediante una organización burocrática, la modificación del sistema militar (con la profesionalización de los ejércitos, garantes del mantenimiento de las nuevas y dilatadas fronteras y del protagonismo internacional de España) y la adopción de una política centralista que reforzaría la tendencia al absolutismo. Nacía así una nueva organización política, el "Estado", o, como algunos -entre ellos Maravall- prefieren denominarlo, el "Estado moderno", consolidación de una estructura política gestada en la Baja Edad Media y cuya esencia era la concentración del poder en el monarca.

Fuente:
Manual básico de Historia del Derecho - Enrique Gacto Fernández, Juan Antonio Alejandre García, José María García Marín.