El final del antiguo régimen: romanismo y antiromanismo

El derecho romano continuaba a finales del siglo XVII siendo una de las más fuertes influencias para los juristas españoles en su actividad legislativa.

Romanismo

Sin embargo, también comenzaron a sonar voces que iban en contra de esta romanización esgrimiendo motivos de peso que influenciarían la construcción legislativa de esta época, en este artículo te contamos más sobre las posiciones doctrinales de la época.

Sin ningún tipo de duda, el gran prestigio del derecho romano continuaba presente, todo y pese a los tiempos ilustrados debido entre otros motivos, a que muchos consideraban que el Derecho Romano, estaba compuesto fundamentalmente por preceptos de derecho natural y de gentes, así como por la práctica educativa del Derecho Romano en las universidades españolas como el único derecho enseñado en las mismas junto con el Derecho Canónico.

Como decíamos, las críticas a este brillante prestigio del Derecho Romano, procedían de argumentos tales como a que el Derecho común traería falta de renovación e ideas envejecidas en un panorama social muy diferente al que viera nacer este derecho. Un argumento que venían manteniendo diversos juristas del ámbito ilustrado y que comenzaba a prender y obtener respaldos en la opinión de muchos de los principales juristas de la época.

Otro de los más fuertes argumentos que se esgrimía contra el Derecho Romano, estaba basado en la proliferación de obras que se desmarcaban de esta herencia de este, huyendo de las glosas y del análisis de las obras de la antigüedad y centrándose más en la práctica de los tribunales y salas de justicia. Ejemplo de de estas posturas “antirromanistas” son algunos autores de renombre como Vizcaíno Pérez o Álvaro Posadilla, los cuales vienen a marcar un punto de inflexión notorio con la tradición romanistas en los juristas y autores de mayor renombre.

Esto generó una situación teórico-jurídica muy convulsa por cuanto se confrontaron dos posiciones con argumentos muy diferentes, por un lado los juristas ilustrados que sostenían la inutilidad del derecho romano, otros apuntaban a defender el derecho del rey frente a la vigencia práctica habitual del derecho romano y por último, los más naturalistas que confiaban en el derecho romano como forma de representar la razón natural. Estos conflictos dieron como resultado una moderación del uso del derecho romano, que sin embargo y pese a la misma, continuó siendo la línea de estudios predominante en las universidades españolas y la doctrina local.

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Por Fernando López Corsi, licenciado en Derecho por la Universidad de Alicante.