En un principio, Roma mostró un interés prácticamente igual al mostrado anteriormente por Cartago y los cartagineses. Un interés militar y estratégico, por el cual promovía nuevas alianzas con aquellos pueblos ya de por sí descontentos con el sometimiento cartaginés y que además sufrían toma de rehenes para asegurar la alianza. Por descontado, Roma aprovechaba también para combatir a los cartagineses y a los pueblos que defendían su pacto con los mismos.
Además de Cartago, Roma fue también protagonista en la dominación de la Península Ibérica. |
Inicialmente la presencia militar romana en la Península no tenía como finalidad la transformación política de los pueblos sometidos, aunque esto no tardó en evolucionar, trazándose las bases de un proyecto ambicioso, que consistía en la conquista de toda la Península y la incorporación política de todos esos territorios (muy en la línea de la política expansionista de Roma).
- Las razones de la conquista
La revolución social y económica vivida en Roma por aquéllos tiempos se traducía en la necesidad de colocación de capitales, resultando ciertamente atrayente para estos menesteres la Península Ibérica.En un segundo término destacaban en Hispania sus minas, sobre todo las de estaño, plata, oro, cobre y cinabrio, mientras que en Italia se daba una importante escasez de metales, además de sus zonas de posible explotación agrícola (sobre todo cerealistas).
Finalmente hay que destacar, además del asegurado aumento de recaudación por impuestos y una formidable cantidad de hombres para nutrir sus ejércitos, siempre en crecimiento.
- Etapas de la conquista
Las campañas de dominación emprendidas por Roma y sus ejércitos terminarían dos siglos más tarde del comienzo de la ocupación del territorio denominado Hispania, es decir, en el año 218 a.C.
La conquista fue, a la luz de los diferentes testimonios recogidos en las fuentes, un proceso lento y complicado, frenado y a veces incluso interrumpido durante bastantes años.
Destacan tres etapas, señaladas por los autores: una primera, con la ocupación de territorios bajo el pretexto de tomar posiciones frente a los cartagineses; una segunda, que sería una fase claramente expansiva y de consolidación de fronteras (destaca el sometimiento de los lusitanos y la caída de Numancia) y finalmente una tercera que sería la dominación de los territorios cántabros y astures (29 - 19 a.C.).
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Por Javier García de Tiedra González, Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz.
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Fuente:
Enrique Gacto Fernández, Juan Antonio Alejandre García, José María García Marín, "Manual de Historia del Derecho (Temas y antología de textos)", páginas 29 - 30.