Las normas emanan como algo natural de la propia sociedad y siempre en íntima relación con la divinidad de cada pueblo.
- El difícil deslinde entre lo jurídico, lo mágico y lo religioso
Teniendo en cuenta el difícil deslinde entre lo jurídico, lo mágico y lo religioso, puede imaginarse que el punto de partida de una norma que alcanzara la categoría de jurídica sería la declaración de licitud de una conducta que hiciera el sacerdote o hechicero. Su intervención parece, al menos, más segura cuando se planteara ante él un asunto relativo a la organización del grupo social. Tal legitimación, por la autoridad de quien la otorga, lleva a la sociedad a aplicar la misma respuesta cada vez que surge idéntico o similar problema y la reiteración convertiría dicha solución en norma invariable y obligatoria, es decir, de carácter jurídico, propia del núcleo social, de forma que toda actuación contraria a esta práctica generalmente aceptada repugnaría y motivaría una sanción.
- El Derecho, reducido al grupo social o gentilicio
Se dan así en la norma las condiciones de lo que se entiende en cualquier tiempo y ámbito como Derecho, pero aquí el Derecho, cuyo objetivo es siempre resolver problemas sociales, no nace con un carácter universal, sino reducido al grupo social o gentilicio.
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Fuente:
Manual de Historia del Derecho (Temas y antología de textos) | Enrique Gacto Fernández, Juan Antonio Alejandre García, José María García Marín | Página 17.